miércoles, 28 de mayo de 2008

El mejor ingrediente: La Humildad

Estaba tomando un café, leyendo la prensa tranquilo y no deja de sorprenderme o más bien estremecerme que la portada de algunos de los periódicos dediquen páginas enteras a la polémica que ha levantado todo el asunto este de los cocineros. Me parece una frivolidad absoluta si tenemos en cuenta que más de la mitad de la población del mundo se muere de hambre... pero en muchas ocasiones esta "sociedad de bienestar" nos provoca cierta amnesia y ceguera y además, que coño, no tenemos otras cosas en las que pensar. En algo hay que ocupar nuestro tiempo.Para que preocuparnos del tráfico de nenes en Birmania o en los abusos sexuales que algunas personas en "misión de ayuda humanitaria" han llevado a cabo sin ningún tipo de escrúpulos. Por cierto por si alguien se lo pregunta el precio de estos nenes es de 60 €. Sale más barato comprar un niño que comer en muchos de los restaurante que hay por España.
Señores hagamos una pequeña reflexión y dejemos de mirarnos el ombligo por un momento…
Yo soy también cocinero y me produce una infinita tristeza ver como colegas de profesión, compañeros y artesanos cargan unos contra los otros.
Trabajo en un sencillo y humilde restaurante del Pirineo donde el principal ingrediente en cada uno de nuestros platos es la ilusión y el mejor aliño es el cariño.
Decidí abandonar el ritmo trepidante de la gran ciudad. Bajarme del rápido tren de la llamada “alta cocina” y embarcarme en un pequeño proyecto dirigido por personas de carne y hueso. Personas llenas de alegría y optimismo, y que creen aun en las pequeñas buenas cosas de la vida.
Aquí arriba, dentro de esta cocina arcaica y desgastada por el tiempo estoy aprendiendo más que cuando estaba al lado de los grandes maestros, porque a veces entre tanto instinto creador e innovador nos olvidamos de nosotros mismos y señores ahí está la clave del éxito, en no olvidarnos de quien somos ni de donde venimos.
Entre tanto esnobismo y reconocimientos uno a veces pierde el norte, y yo he sido el primero, no pretendo ser ni juez ni verdugo, y sólo cuando decides parar aprecias esos detalles, cuando asomas la nariz al mundo exterior y te das cuenta de que hay otras vidas posibles.
En este mi pequeño taller de artesanía me he dado cuenta de muchas cosas. Una de ellas me produce cierto escalofrío.
Elaboramos una cocina de las mal llamadas “de toda la vida” pues creo que la cocina sea tradicional o no sigue siendo de toda la vida, con ciertos matices claro. Pero es ahí donde quiero hacer hincapié y planteo varias preguntas: ¿Qué es más importante el contenedor o el contenido?, ¿ realmente somos tan superficiales que nos impacta más un bonito plato de loza que una buena escudella?. Yo me pregunto esto todos los días y sigo sin poder encontrar una respuesta que me acabe de satisfacer.
Y que decir tiene el diseño del establecimiento, o los astronómicos precios que hay que pagar por el simple hecho de que es “un plato muy elaborado”, olvidandonos completamente del producto y su procedencia.
Que quede claro que no crítico ni cuestiono nada de esto, cada uno hace y deshace a su antojo y todo es absolutamente respetable, creo que gracias a dios hay publico para todos los gustos y gustos para toda clase de publico, es solo que a veces me gusta reflexionar sobre todas estas cosas e invitar a todo el que quiera a hacerlo.
Esta claro que la cocina ha cambiado en formas y en contenidos, pero sigue siendo clasista.
Ya desde tiempo de los griegos o los romanos existía una clara diferencia entre los manjares de los dioses y la vianda del pueblo llano y hoy en día sigue siendo igual, por eso me hace tanta gracia que nos atrevamos a criticar la cocina de unos y otros cuando nadie esta libre de tirar la primera piedra.
Nos vemos afectados por una enfermedad que está acabando con todos nosotros. Yo la diagnostico como “eurismo”. Sus síntomas son detectados fácilmente:
El virus puede manifestarse en forma de papel o metal pero sus efectos sobre la persona son los mismos… perdida de la visión, apenas uno puede ver más allá de sus narices;
perdida sintomática del respeto por los demás e incluso en casos extremos por el respeto a uno mismo; perdida del sentimiento altruista; exaltación del ego…etc.
El antídoto es barato y se puede adquirir en cualquier parte: 500ml de humildad, administrado en pequeñas dosis, justo antes de irse a dormir. El resultado puede resultar sorprendente. No se necesita receta.
Toda esta verborrea venia con motivo de la polémica levantada por no se que declaraciones de no se que cocinero y las respectivas represalias.
Por favor disfrutemos mas de la vida, seamos compañeros y amigos de profesión. Que cada cual haga lo que le apetezca de una manera responsable y respetuosa. Escribamos libros donde se defiendan oficios como el de los agricultores, los pescadores, los pequeños productores, los cuales parecen caer en el olvido y que sin ellos la cocina, en todas sus manifestaciones no existiría.
Hagamos fuerza juntos para que La Administración y El Gobierno proteja a estos artesanos que están desamparados, y que en muchos casos se juegan la vida para que nosotros podamos hacer con sus productos algo más que una burda polémica.

Desgraciadamente sigo aqui disfrutando de mi café, mi diario, mi bienestar... no soy distinto.

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